¿Que es el Alzheimer?
El Alzheimer es un tipo de demencia que causa problemas con la memoria, el pensamiento y el comportamiento. Los síntomas generalmente se desarrollan lentamente y empeoran con el tiempo, hasta que son tan graves que interfieren con las tareas cotidianas.
Señales de Alerta
Cambios de memoria
Dificultad para planear y resolver problemas.
Dificultad para desarrollar actividades cotidianas.
Desorientación espacio-tiempo.
Dificultad para comprender imágenes visuales.
Dificultad para comunicarse.
Colocación de objetos fuera de lugar.
Disminución o falta del buen juicio.
Pérdida de iniciativa.
Cambios de humor y personalidad.
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Demencia
La demencia es un nombre colectivo para los síndromes cerebrales progresivos que causan el deterioro en el tiempo de una variedad de funciones cerebrales diferentes, como la memoria, el pensamiento, el reconocimiento y el lenguaje, la planificación y la personalidad. La enfermedad de Alzheimer representa el 50-60% de los casos de demencia.
Los síntomas generalmente se desarrollan lentamente y empeoran con el tiempo, hasta que son tan graves que interfieren con las tareas cotidianas. Esta enfermedad causa un gran daño en el entorno familiar ya que regularmente es uno de ellos quien cuida al paciente.
Otros tipos de demencia incluyen la demencia vascular, la demencia con cuerpos de Lewy , la demencia fronto-temporal y varias más.
La mayoría de los tipos de demencia tienen síntomas similares, que incluyen:
● Pérdida de memoria
● Problemas con el pensamiento, la planificación y el lenguaje
● Falta de reconocimiento de personas u objetos
● Cambios de personalidad y de humor
Para el año 2050, el número de personas en el mundo que viven con demencia casi se habrá triplicado a 152 millones, convirtiendo a la enfermedad en una de las crisis de salud y sociales más significativas del siglo XXI.
¿Existe tratamiento para la enfermedad de Alzheimer?
La enfermedad de Alzheimer sí tiene tratamiento, aunque paliativo, no curativo. En la actualidad, lamentablemente, no contamos con ningún tratamiento efectivo que pueda modificar, detener o prevenir el avance neurobiológico de la enfermedad de Alzheimer. Si bien existen fármacos que se encuentran en fase de experimentación clínica, hasta ahora ninguno de estos medicamentos ha demostrado ser eficaz para frenar la progresión de la enfermedad.
¿Y para qué sirven los tratamientos farmacológicos existentes?
Cuando se diagnostica la enfermedad de Alzheimer, el especialista puede recetar al paciente uno o varios tratamientos farmacológicos. Aunque estos fármacos no modifican el curso de la enfermedad cerebral, ayudan a paliar algunos síntomas, disminuyendo su intensidad y contribuyendo a una mayor calidad de vida de pacientes y familiares. Su efectividad, no obstante, va disminuyendo con la progresión de la enfermedad.
La importancia de la red de apoyo familiar en el cuidado de una persona con Alzheimer
Existen muchos estudios que han demostrado una relación positiva entre apoyo social y salud, satisfacción con la vida y eficacia ante el manejo del estrés. Pero tener personas próximas alrededor no siempre es garantía de tener apoyo social. Las relaciones de apoyo tienen que ser recíprocas y exigen flexibilidad y motivación para escuchar y comprender. Hay que esforzarse para ponerse en el lugar del otro y comprender las necesidades de cada uno, respetando la convivencia en el grupo y la independencia de sus miembros.
El apoyo de familiares, amigos y vecinos es importante para que el día a día con un ser querido con enfermedad de Alzheimer y atender sus necesidades cotidianas no lleven al cuidador a niveles de sobrecarga que pueden ser perjudiciales para su bienestar y su salud.
¿El Alzheimer se puede prevenir?
Por ahora, no contamos con ninguna prueba concluyente que nos indique que existe un medicamento, un elemento nutricional o procedimiento cognitivo que evite el riesgo de padecer Alzheimer.
No obstante, en los últimos años, sí que se han publicado distintos estudios que sugieren que aquello que es bueno para el corazón, también lo es para el cerebro. Es importante, pues, prevenir los factores de riesgo cardiovascular (hipertensión arterial, diabetes, hipercolesterolemia…) y seguir unos hábitos de vida saludables basados en cuatro pilares fundamentales: ejercicio físico moderado y regular, una dieta sana y equilibrada, mantener la mente activa y cultivar las relaciones sociales.
Beneficios de la dieta mediterránea: una poderosa herramienta para cuidar el cerebro
Cada vez son más los estudios que consideran la dieta mediterránea como el modelo de dieta más saludable para nuestro corazón y, consecuentemente, también para nuestro cerebro. La dieta mediterránea, que ha sido declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, se centra básicamente en el consumo de aceite de oliva virgen como grasa principal y en una presencia preponderante de cereales, verduras y hortalizas, pescado, huevos y lácteos, frente a otras fuentes grasas de origen animal.
Los diez pilares de la dieta mediterránea:
1. Aceite de oliva virgen extra. Se puede usar tanto en ensaladas, en crudo, como para cocinar, como grasa principal.
2. Alimentos frescos. Es importante consumir alimentos de temporada, que sean lo más frescos posible y que estén poco procesados.
3. Vegetales, en abundancia. Se recomienda comer dos raciones de verdura u hortalizas al día (una de estas, cruda, en ensalada, por ejemplo), tres raciones diarias de fruta, legumbres (3 o 4 veces por semana) y frutos secos (de 3 a 7 veces por semana).
4. Pan y cereales. Se recomienda su consumo diario, por su aporte energético y, preferiblemente, integrales.
5. Leche y derivados. Deberíamos consumir a diario productos lácteos, como leche, yogures y queso, aunque siempre que sea posible deberían ser bajos en grasa, desnatados o semidesnatados.
6. Pescado, otro imprescindible. Se recomienda consumirlo 3 veces por semana, intentando siempre que una de estas sea pescado azul. Las carnes rojas y procesadas, en cambio, deben consumirse con moderación, ya que no es saludable un exceso de grasas de origen animal. Se recomienda consumir la parte magra, sin piel y eliminando la grasa visible, e integrarla siempre en platos con verduras o cereales. El consumo de huevos, por otro lado, debe ser moderado, máximo 3 o 4 por semana.
7. Agua, fuente de vida. El agua es una bebida fundamental, de modo que es importante consumir entre 1,5 y 2 litros diarios, ya sea en vasos de agua, infusiones (preferiblemente sin azúcar) o caldos bajos en grasa. Ocasionalmente podemos optar por bebidas refrescantes sin azúcar. El consumo moderado de vino también forma parte de la dieta mediterránea. Se entiende por consumo moderado 1 copa al día para las mujeres y 2 para los hombres (siempre que no exista ninguna contraindicación médica) y acompañado de platos saludables.
8. Sofritos y especias. Los sofritos de tomate, ajo, puerro o cebolla son muy recomendables, sobre todo si se consumen acompañados de verduras, pasta o arroces, al menos dos veces por semana. Las especias y plantas aromáticas son aliadas perfectas para añadir sabor a los platos.
9. Las cocciones. Son tan importantes como los ingredientes, así que es fundamental que cocinemos al vapor, hirviendo, al horno, a la plancha y a la brasa. Hay que evitar o minimizar las frituras y, si cocinamos estofados o guisados, que sea con aceite de oliva virgen.
10. Alimentos y cocciones limitadas. Es importante, pues, minimizar el consumo de sal y grasas (mantequilla, margarina, nata…), bebidas alcohólicas, quesos semicurados y curados, embutidos y carnes grasas, dulces, aperitivos, bollos industriales, precocinados, bebidas carbonatadas y azucaradas, zumos de frutas (siempre es mejor la fruta entera), frituras y rebozados.